¿Tienes dudas? Preguntas frecuentes en las primeras conversaciones.
1. ¿Cuál es vuestra filosofía de trabajo?
Nuestra práctica parte del respeto a la arquitectura tradicional de la isla, no desde la nostalgia, sino desde el estudio de la técnica de aquello que ha funcionado durante siglos. Apostamos por una construcción consciente, basada en materiales nobles, estructuras claras y envolventes bien ejecutadas. Nosotras no proyectamos arquitectura de catálogo ni construimos desde el capricho.
Diseñamos pensando en el conjunto: desde la estructura hasta las instalaciones, todo tiene sentido y funciona como un mismo organismo. Recuperamos la lógica vernácula para crear soluciones pasivas y duraderas, que aumentan el confort y reducen el consumo energético.
No buscamos formas “futuristas”, mega-diseños ni soluciones que se agotan con la moda. La buena arquitectura no necesita explicaciones: funciona, emociona y permanece.
2. ¿Qué tipo de espacios diseñáis?
Entendemos cómo vivimos hoy y diseñamos en base a eso. No trabajamos con usos estancos ni espacios parcelados: nos alejamos de la sectorización tradicional y apostamos por plantas más abiertas y versátiles, donde la vida pueda fluir sin compartimentos rígidos. Así evitamos pasillos inútiles, zonas residuales o soluciones poco vivibles.
Un buen diseño no necesita muchos elementos para funcionar: tiene proporción, coherencia y continuidad visual. Trabajamos con organigramas sencillos, volúmenes claros y estructuras lógicas.
Reivindicamos lo que otros suelen descartar u ocultar, potenciando sus puntos fuertes y dignificando cada rincón. Un sótano, por ejemplo, tiene un excelente comportamiento térmico y acústico; y si sabes cómo introducir la luz, puede convertirse en un espacio muy interesante en el cual habitar. Por eso decimos que no diseñamos decorados, sino viviendas útiles, confortables y honestas.
3. ¿Cómo es el proceso si trabajo con vosotras?
Nuestro trabajo es cercano, técnico y muy cuidado. Empezamos escuchándote con atención para comprender bien tus necesidades, tus ritmos y tu forma de vivir. A partir de ahí, establecemos una comunicación fluida y constante, acompañándonos en todo momento, desde la primera idea hasta la última decisión en obra.
Diseñamos contigo: tus opiniones y decisiones siempre cuentan, pero nosotras dirigimos el proceso con la claridad que nos da la experiencia. Pedimos tu confianza para encargarnos del proyecto arquitectónico, para gestionar los trámites administrativos y, sobre todo, para llevar la dirección de obra, que es donde realmente se juega el éxito del proyecto.
4. ¿Cuál sería vuestro papel durante la obra?
Para nosotras, la obra es una fase tan creativa y estratégica como el diseño. El plano es solo una herramienta; la verdadera arquitectura se juega en la ejecución. Por eso realizamos una dirección de obra activa: resolviendo, afinando y ajustando detalles que solo aparecen durante la construcción.
Supervisamos materiales, tiempos, acabados y la coherencia con el proyecto original. Esta presencia constante evita improvisaciones y garantiza que el resultado final esté a la altura de lo proyectado. La arquitectura no termina en el dibujo: se vive, se toca, se pisa… y ahí es donde hay que estar.
5. ¿Cómo gestionáis el presupuesto de una obra?
Diseñamos siempre dentro de tus posibilidades, pero sin renunciar a la calidad que caracteriza nuestra arquitectura. Por eso, desde el principio trabajamos con los pies en la tierra: ajustamos el diseño a un presupuesto realista, proponemos soluciones eficientes y evitamos elementos decorativos o estructurales que encarecen la obra sin aportar valor real.
Apostamos por materiales nobles como la madera, la piedra o el hierro, que no solo aportan una armonía estética natural, sino que también son mucho más duraderos y requieren menos mantenimiento. Esto significa que, aunque la inversión inicial pueda ser mayor, a medio y largo plazo se traduce en ahorro energético, térmico y en costes de conservación.
Rechazamos la falsa economía de los materiales sintéticos y el “fast building” —la construcción apresurada que parece barata al principio pero siempre acaba saliendo cara— porque creemos que una obra bien hecha es una inversión que perdura y respeta tanto a las personas como al planeta.